9.10.10

Escondite.

Llevaba el tanga desgarrado y cojeaba por la calle húmeda debido a que se había roto uno de los zapatos al correr.
Su camiseta dejaba piel al descubierto, pero era noche cerrada y la mayoría de las farolas o estaban fundidas o estropeadas, por lo que poco se podía ver y mucho adivinar.
Tenía el rímel corrido y un corte en el labio inferior al lado izquierdo, producto de moderse fuertemente con sus propios dientes para evitar un chillido que delatara su presencia en ese escondite.
El alcohol correteaba libremente por sus venas, gemía de dolor y la venda de la muñeca estaba sucia y desgarrada.
Tenía ganas de correr, ocultarse, beberse otra cerveza, salir de casa y vestirse coqueta.

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