Lleva esperando media hora en la entrada de un café. Mira el reloj cada poco tiempo y no deja de decirse que como pasen otros cinco minutos se irá de allí.
Decide entrar y tomarse un café. Pide una copa decorada con una sombrillita a las cuatro de la tarde.
Dos horas después sale del café. Sus dedos juegan con la sombrillita y en la barra ha dejado una copa llena y diez euros.
Al poco de irse, entra una persona que lo primero que hace, antes de pedir, es guardarse los diez euros en el monedero, beberse la copa de un trago y preguntar si ha habido alguien esperando.
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