31.1.10

Hago rayas verticales y horizontales de color rosa.
Las diagonales se las reservo al gris.

29.1.10


No sé qué decirte.

No digas nada.

Entonces diré algo.

...........

Algo. Ya lo dije.

Se tiró del puente y no tuvo miedo. Mató al asesino y no tuvo miedo. Actuó sin pensar y no tuvo miedo. Pensó en voz alta y no tuvo miedo. Sentenció y no tuvo miedo. Soñó y no tuvo miedo. Se aventuró sin mapa y no tuvo miedo. Se perdió y no tuvo miedo. Se encontró… y tuvo miedo.
No vale de nada arrepentirse cuando ya se ha hecho.
Tutti frutti.
No me gusta el tutti frutti.

20.1.10

Reconócete.

Cállate. Deja de hablar de ti como si fueras lo más importante y maravilloso del mundo, como si sólo fueras tú, tú y tú. Calla. ¿Por qué eres tan egoísta? Cuando vamos por donde pasas pretendes que me agache y bese el suelo por el que caminas. Corremos cuando quieres y luego me ordenas que te seque el sudor ¡a lengüetazos! A veces estudias para sacar notas, pero si no las sacas la culpa es mía. Otras veces eres más feliz vagueando. ¿Pero quién es responsable de tu asqueroso suspenso? Tú no, eso seguro. Comes y vomitas, pero pecan mis manos y mi boca. Sales el fin de semana y te emborrachas como si fuera a ser el último día. Pero yo pongo el dinero para que compres esa botella, yo no te digo “para” cuando te pasas, yo no te recojo en brazos cuando te tambaleas ni te pongo las manos en la cabeza cuando te mareas. ¿Verdad que la culpa es mía? Claro, por supuesto que sí. ¡Pero cállate! Eres la persona más egocéntrica que conozco. “Eso de ahí es mío”. “No toque eso que me lo rompes”. “No me mires que me manchas”. “No me hables que me avergüenzas”. ¿Pero tú te escuchas? Hablas como una niñita mimada de papá. Claro, es lo que eres. Y aún así… te necesito y te quiero. No te rías por creer que por eso eres más importante. No te rías por pensar que mandas en esta historia. ¿Quién comete esos errores? ¿De quién es la culpa? ¿Quién mira donde no hay y encuentra polvo cuando busca riquezas? ¿Qué es lo que quieres de verdad? ¿Acaso lo sabes? No, claro que no. Te da igual. ¿Sabes? Le haces creer a la gente que te da igual todo el mundo excepto tú. Va a crecerte la nariz, monada. Me da igual que me estés mirando con cara de odio. Te estás mirando realmente a ti. Es tu reflejo lo que ves ahora mismo. Que tu cabeza sea independiente es una rareza de la vida. Puede que no pertenezca a este cuerpo y me encuentre encerrada en alguien tan horrible personalmente como tú. Pero… encanto, tú eres responsable de tus actos. No yo que apenas soy una masa casi inerte dentro de tu cuerpo. Aunque al menos tengo voz para gritarte que te calles de una vez, para aconsejarte que dejes de decir el pronombre de la primera persona del singular como si fuera lo único que amas, y para que empieces a mirarte al espejo y a reconocerte en él. Claro que no todo es malo. Total, si la soledad te termina encontrando siempre me tendrás a mí. No intentes huir, cariño. Si yo me voy tú te vas, si tú te vas yo me voy. Quizás llegue a ser el único ser que te soporte lo suficiente.
Cállate. Deja de hablar de ti como si fueras lo más importante y maravilloso del mundo, como si sólo fueras tú, tú y tú. Calla. ¿Por qué eres tan egoísta? Cuando vamos por donde pasas pretendes que me agache y bese el suelo por el que caminas. Corremos cuando quieres y luego me ordenas que te seque el sudor ¡a lengüetazos! A veces estudias para sacar notas, pero si no las sacas la culpa es mía. Otras veces eres más feliz vagueando. ¿Pero quién es responsable de tu asqueroso suspenso? Tú no, eso seguro. Comes y vomitas, pero pecan mis manos y mi boca. Sales el fin de semana y te emborrachas como si fuera a ser el último día. Pero yo pongo el dinero para que compres esa botella, yo no te digo “para” cuando te pasas, yo no te recojo en brazos cuando te tambaleas ni te pongo las manos en la cabeza cuando te mareas. ¿Verdad que la culpa es mía? Claro, por supuesto que sí. ¡Pero cállate! Eres la persona más egocéntrica que conozco. “Eso de ahí es mío”. “No toque eso que me lo rompes”. “No me mires que me manchas”. “No me hables que me avergüenzas”. ¿Pero tú te escuchas? Hablas como una niñita mimada de papá. Claro, es lo que eres. Y aún así… te necesito y te quiero. No te rías por creer que por eso eres más importante. No te rías por pensar que mandas en esta historia. ¿Quién comete esos errores? ¿De quién es la culpa? ¿Quién mira donde no hay y encuentra polvo cuando busca riquezas? ¿Qué es lo que quieres de verdad? ¿Acaso lo sabes? No, claro que no. Te da igual. ¿Sabes? Le haces creer a la gente que te da igual todo el mundo excepto tú. Va a crecerte la nariz, monada. Me da igual que me estés mirando con cara de odio. Te estás mirando realmente a ti. Es tu reflejo lo que ves ahora mismo. Que tu cabeza sea independiente es una rareza de la vida. Puede que no pertenezca a este cuerpo y me encuentre encerrada en alguien tan horrible personalmente como tú. Pero… encanto, tú eres responsable de tus actos. No yo que apenas soy una masa casi inerte dentro de tu cuerpo. Aunque al menos tengo voz para gritarte que te calles de una vez, para aconsejarte que dejes de decir el pronombre de la primera persona del singular como si fuera lo único que amas, y para que empieces a mirarte al espejo y a reconocerte en él. Claro que no todo es malo. Total, si la soledad te termina encontrando siempre me tendrás a mí. No intentes huir, cariño. Si yo me voy tú te vas, si tú te vas yo me voy. Quizás llegue a ser el único ser que te soporte lo suficiente.

14.1.10

Puta de lujo.

La vida es como una prostituta. Cuanto más placer le pida, más le tendré que dar a cambio. Pero soy tan avariciosa, necesito tanto ese placer que me da que no pienso en lo que gasto ni en lo que le debo. Sólo me importa ese momento. Son tantas las noches que me ha acompañado esta puta de lujo que ya no sé cuánto le debo. Y, sin embargo, no quiero dejar de pedirle placer. Soy egoísta. Y ella una puta.

Susurros


Susurra al oído palabras sinceras, dime cómo eres, dime lo que sientes. Pero antes de eso, escucha lo que tengo que decirte. Tengo que decirte que no soy coherente ni madura, tampoco sincera y lógica. Rozo la locura y a veces soy la más absurda. Me gusta gritar, cantar en la ducha y contar historias; otras veces prefiero la paz del silencio. No suelo ser paciente, tampoco inteligente. Lloro con las películas y con libros en blanco. Salgo al parque los días de invierno pero prefiero la niebla en el cielo. No pienso lo que digo ni digo lo que pienso, pero pienso y digo. ¿Mi sueño? Volar. ¿Mi miedo? La soledad. Y ahora dime, ¿quién eres tú? Con una palabra es suficiente. La mía es diferente.

6.1.10

MEMORIAS DEL UNO AL DIEZ.

Mientras juego con las velas del pastel
Cuento los números del uno al diez.
Uno,
Un beso húmedo, sencillo y maduro.
Dos,
Mañana fría, tarde romántica, noche de pasión.
Tres,
Billete en la mano, carrera en la media, abierto el sostén.
Cuatro,
Vestido de gala, guantes de sea, butacas en el teatro.
Cinco,
Copas rotas de champán, regalos bajo el árbol la mañana del veinticinco.
Seis,
Delante del espejo me miro y me quito el jersey.
Siete,
Fotos de pájaros, de fiestas, del cielo, de personas,… revelo el carrete.
Ocho,
Mentiras que hacen crecer la desconfianza como la nariz de Pinocho.
Nueve,
Seis y media de la mañana, persiana bajada, luz apagada, llueve.
Diez,
Memorias de una realidad, ante todo, cruel.

5.1.10

Un mismo lugar, tres historias.


Un amo lanza el hueso hacia arriba y hacia delante. Sonríe por su buen tiro, orgulloso.
- ¡Corre, Bruno! ¡Corre a cogerlo! ¡Vamos, chico!

A su vez, un perro olisquea la hierba, levanta el hocico del suelo, mira el lugar en el que ha caído el hueso y vuelve a su labor.
- Ya iré a buscarlo. Total, no va a moverse de ahí.

Un hueso vuela por los aires girando sobre sí mismo. Cae al suelo unos metros más allá desde donde ha sido lanzado.
- ¡Ay! Se estaba mejor en la tienda de mascotas. Casi parecía tener más valor.

3.1.10

Miedo.


- Tengo miedo.
- Eso es de valientes.
- ¿Qué hay de valentía en temer salir a la calle sin saber qué ocurrirá? ¿Sin conocer un futuro cercano? ¿Sin pegar ojo por la noche temiendo al hombre del saco? ¿Es de valientes no querer avanzar?
- Valiente es aquel que tiene o muestra valor para emprender acciones arriesgadas o peligrosas. ¿Eres valiente o no? Eso es cosa tuya. Pero no huyas del miedo.


En definitiva, ¿llegará un día en el que levante la cabeza y me aleje de esa esquina de mi habitación para enfrentarme a lo que en verdad soy? Todo depende de una persona, y esa soy yo.