20.1.10
Reconócete.
Cállate. Deja de hablar de ti como si fueras lo más importante y maravilloso del mundo, como si sólo fueras tú, tú y tú. Calla. ¿Por qué eres tan egoísta? Cuando vamos por donde pasas pretendes que me agache y bese el suelo por el que caminas. Corremos cuando quieres y luego me ordenas que te seque el sudor ¡a lengüetazos! A veces estudias para sacar notas, pero si no las sacas la culpa es mía. Otras veces eres más feliz vagueando. ¿Pero quién es responsable de tu asqueroso suspenso? Tú no, eso seguro. Comes y vomitas, pero pecan mis manos y mi boca. Sales el fin de semana y te emborrachas como si fuera a ser el último día. Pero yo pongo el dinero para que compres esa botella, yo no te digo “para” cuando te pasas, yo no te recojo en brazos cuando te tambaleas ni te pongo las manos en la cabeza cuando te mareas. ¿Verdad que la culpa es mía? Claro, por supuesto que sí. ¡Pero cállate! Eres la persona más egocéntrica que conozco. “Eso de ahí es mío”. “No toque eso que me lo rompes”. “No me mires que me manchas”. “No me hables que me avergüenzas”. ¿Pero tú te escuchas? Hablas como una niñita mimada de papá. Claro, es lo que eres. Y aún así… te necesito y te quiero. No te rías por creer que por eso eres más importante. No te rías por pensar que mandas en esta historia. ¿Quién comete esos errores? ¿De quién es la culpa? ¿Quién mira donde no hay y encuentra polvo cuando busca riquezas? ¿Qué es lo que quieres de verdad? ¿Acaso lo sabes? No, claro que no. Te da igual. ¿Sabes? Le haces creer a la gente que te da igual todo el mundo excepto tú. Va a crecerte la nariz, monada. Me da igual que me estés mirando con cara de odio. Te estás mirando realmente a ti. Es tu reflejo lo que ves ahora mismo. Que tu cabeza sea independiente es una rareza de la vida. Puede que no pertenezca a este cuerpo y me encuentre encerrada en alguien tan horrible personalmente como tú. Pero… encanto, tú eres responsable de tus actos. No yo que apenas soy una masa casi inerte dentro de tu cuerpo. Aunque al menos tengo voz para gritarte que te calles de una vez, para aconsejarte que dejes de decir el pronombre de la primera persona del singular como si fuera lo único que amas, y para que empieces a mirarte al espejo y a reconocerte en él. Claro que no todo es malo. Total, si la soledad te termina encontrando siempre me tendrás a mí. No intentes huir, cariño. Si yo me voy tú te vas, si tú te vas yo me voy. Quizás llegue a ser el único ser que te soporte lo suficiente.
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