24.12.10

quid pro quo

Podría decir que ha sido como una jarra de agua fría, una almendra amarga o una clase de filosofía con resaca. Mentiría. Hasta podría darte las gracias, absurda.
Me he reído, no de mí, de ti. No contigo. De ti.
Tú eres la falta de gracia en un chiste de mi profesor de historia.
Menudo piropo.

15.12.10

Última sentencia

Luchar sin armas,
tropezar y clavarte la bala
que espera en tierra,
sucia, esclava y traicionera.
Se enfrenta a un tanga
de piel de cordero
y saca de la manga
un juego de doce sombreros y medio,
que trece son muchos para un cuerpo tan pequeño
con veinte cabezas sacadas
de cuento de hadas sin alas
que esperan su oportunidad de decir verdades
a locos necios del Hades
que no quieren saberlas.

Cánticos del valle de Adán
susurran en Eva el pecado y la gula.
Ella camina ciega, sorda y muda
buscando a la gallina de los huevos de oro
para comérsela y sentirse tesoro
de piratas de ojo vago y pata coja.

Que mi amigo el necio bebe lamiendo
y el marioneta ha olvidado la letra.
Otro, loco, borracho y sabio se encierra
cuando no encuentra la aguja en el pajar, y desde el final
los sin sentido le están leyendo
la última sentencia.

Que el pato fue cisne antes de pato,
en barraca de feria,
comiendo cerillas
y mordiendo la lengua del payaso llorica
que no sabe que dos por tres son tres más tres.

Que no sé si estamos cansados de saber o responder,
o de las dos cosas.
Quizás de preguntar antes de callar,
o de nada.
Que pido perdón antes que permiso
si quiero acostarme con Tigo,
que Tigo es un cobarde que pedirá permiso
antes que perdón, y no iremos juntos al altar.

Aquí nada es lo que parece
y si quiero taparte la mirada con mis manos
para que adivines quién soy por mi perfume
antes tendrás que jugarte mis entrañas
en la ruleta rusa y saborear mis labios
en el beso de la muerte.

14.12.10

Permíteme escapar de ti. Saltar al vacío sin miedo a darme de cabeza contra el suelo. Levantar las cartas sin esperar un sí.
Quizás algún día puedas mirar la luz sin quemarte las retinas; hasta entonces empieza a acostumbrarte a la nitidez de las velas.

2.12.10

Kamikaze suicida

No sabe si reír o llorar,
echa de menos abrazarse
a su madre cuando quería llorar,
y cantarse a sí misma para dormirse.
Ahora quiere esconderse
detrás de su sostén de encaje
y esperar a atacar
como la serpiente a su presa.
Esperar por la noche
a que el sueño la encuentre,
pensar por la mañana
que lo peor fue despertar,
vestirse y salir de la habitación,
sin mirar atrás,
camino de la estación.
Quiere decir que la echa de menos
y que quiere intentarlo,
pero menos es siempre más
así que tiene fe en el silencio.
La quiere para ella,
pero se equivoca,
no la quiere para ella,
sólo la quiere a ella,
a esa estrella que brilla y suspira,
es especial, es única,
suya,
mía,
de las dos,
de dos.
Kamikaze suicida,
si tú caes yo caigo,
si yo caigo tú caes.
Ser dos no fue antes tan peligroso,
pero me da igual,
sigo viendo mirar pasar los minutos.
Como Hitler a su ideología
o el Che Guevara a la libertad,
como el conejito rosa a la zanahoria,
o el gato a la madeja…
empiezo a ser una loca detrás de las rejas,
dentro de las sombras.
¿Delante? Incertidumbre.
¿Fuera? Dímelo tú cuando salgan las estrellas.
La añoranza de un beso no dado,
las dudas antes de dar un paso en falso.
La luna está alta en el cielo
y es que teme tanto un “pero”…
Bendita ignorancia.
Amores errados y paganos
como el de la oveja y el león,
como el de la locura y la razón.
¿Qué juicio os ha sentenciado?