No sabe si reír o llorar,
echa de menos abrazarse
a su madre cuando quería llorar,
y cantarse a sí misma para dormirse.
Ahora quiere esconderse
detrás de su sostén de encaje
y esperar a atacar
como la serpiente a su presa.
Esperar por la noche
a que el sueño la encuentre,
pensar por la mañana
que lo peor fue despertar,
vestirse y salir de la habitación,
sin mirar atrás,
camino de la estación.
Quiere decir que la echa de menos
y que quiere intentarlo,
pero menos es siempre más
así que tiene fe en el silencio.
La quiere para ella,
pero se equivoca,
no la quiere para ella,
sólo la quiere a ella,
a esa estrella que brilla y suspira,
es especial, es única,
suya,
mía,
de las dos,
de dos.
Kamikaze suicida,
si tú caes yo caigo,
si yo caigo tú caes.
Ser dos no fue antes tan peligroso,
pero me da igual,
sigo viendo mirar pasar los minutos.
Como Hitler a su ideología
o el Che Guevara a la libertad,
como el conejito rosa a la zanahoria,
o el gato a la madeja…
empiezo a ser una loca detrás de las rejas,
dentro de las sombras.
¿Delante? Incertidumbre.
¿Fuera? Dímelo tú cuando salgan las estrellas.
La añoranza de un beso no dado,
las dudas antes de dar un paso en falso.
La luna está alta en el cielo
y es que teme tanto un “pero”…
Bendita ignorancia.
Amores errados y paganos
como el de la oveja y el león,
como el de la locura y la razón.
¿Qué juicio os ha sentenciado?
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