Bar del Tubo de Zaragoza. Ocho y veinte de la tarde.
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-¿A quién estará esperando? No deja de mirar hacia la puerta y a su reloj de color azul; y yo no he podido dejar de mirarla desde que se ha sentado en esa mesa redonda. Parece triste. ¿Y si me acerco? No, no me conoce de nada.
Es preciosa… Si sonriera… Seguro que su sonrisa es aún más bonita de lo que me imagino. ¡Esa! Vaya… demasiado breve y sólo como agradecimiento al camarero que le ha traído el segundo vaso de lo que parece zumo. Pero sus ojos siguen tristes.
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-¿Dónde se ha metido? Me prometió que esta vez no me fallaría. ¿Por qué sigo creyendo sus mentiras? ¿Y si le llamo? No, no seas tonta, deja de arrastrarte a su alrededor. Y aún encima ese chico no deja de mirarme. ¡Será descarado!
No puedo creer lo que ven mis ojos. ¡Es ella! Dios… tan preciosa como siempre. Ahora agradezco que tu sustituta no haya aparecido. ¿Y si me acerco? No, demasiado pronto. O quizás ya me olvidaste. Perdóname, yo no pude. Ni quise.
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-Vaya, el antro está lleno. A ver si tengo mi sitio libre… ¡sí! A muchos les parece triste venir solo a un bar. A mí me parece una buena oportunidad para escribir. Claro, a quién le gusta. Todos deberían escribir.
“Charo continúa borrando sus huellas después de dejarlas en la tierra. Si sigue así se le hará de noche antes de llegar a la frontera, pero sino tendrán su rastro para encontrarla. Aunque podría dejar un camino falso… Sí, sólo esperar que lo sigan o al menos que se dividan. Ella sola puede con la mitad. Además, tiene ganas de volver a sentir el sabor de la sangre en sus encías”.
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-Todavía escribe… lo recuerdo como una de sus cualidades, aunque nunca entendí ni una de las palabras suyas que leí. También era un defecto: en el momento que empezaba a escribir ya no existía nada más. Tuve celos de esa pasión suya y ahora la echo de menos. ¡Oh! Ahora tiene la mirada de haberse perdido en su mundo. Me encantaría saber dónde está.
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-Charo es un personaje muy difícil. ¿Por qué me complicaré tanto?
“Rompe el último cuello y se limpia la sangre de la boca. Sólo siente que su vestido se haya manchado. Y ahora a enterrar tres cadáveres… Lamenta no haber pensado antes en ese pequeño detalle, habrían sido diferentes las cosas. Pero la diversión de la caza le ha absorbido por completo. Debería buscarse novio o un juguete,… para el caso lo mismo le da”.
-¿Y cómo sería ese chico? Madre del amor hermoso… hasta la frívola de Charo se enamoraría de ese hombre. Bueno, lo seguro es que tardaría mucho en matarlo. Qué ojos, qué labios,… Podría pedirle permiso para que me dejara describirlo detalladamente. ¿Y si me acerco? No, muy descarado. Aunque Charo lo haría.
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-Creo que no le gusta que la mire. Pero es que es tan bonita… Pero hace rato que ha dejado de mirar la hora y de volverse a la puerta. ¿Es que me he perdido algo? Tampoco bebe del vaso, sólo le da vueltas al hielo con el dedo. Parece ida. ¿Qué está mirando? Parece que nada… Me acercaría pero antes me ha mirado con la advertencia de “chico, será mejor que no”. ¿Quién no le hace caso a esos ojos? Pero, ¿y si no la vuelvo a ver?
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-Parece que ha encontrado una idea, hace quince minutos que su bolígrafo tiene vida propia. Dios… echo de menos oírla cantar en la ducha y hacerle el amor. Ojalá todas las noches que la soñé se hicieran realidad, o, que al menos, volvieran a aparecer por las noches. Un año y no la olvido… Y sólo la tuve veinticuatro horas.
Decidido, voy a acercarme a ella. Necesito decirle al menos el adiós que silenció con sus labios al salir de casa.
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“Charo deja para el final a ese joven de ojos oscuros. Le recuerda a su primera víctima y eso le hace relamerse. Él la mira, con ojos decididos a no mostrar miedo, con sus pensamientos en otra. Ella lo sabe y eso le cabrea. Por eso jugará un ratito más con él antes de comenzar con el ritual de los gritos antes de la súplica. Su parte favorita. Pero intuye que este chico va a ser diferente”.
-Seguro que si ese chico de ahí lee lo que acabo de escribir inspirada en él se asustará y me llamará psicópata. Pero es que parece tan fuerte… y odio que esté mirando a esa otra. Por cierto, me suena muchísimo su cara. Será de algún polvo con alcohol de por medio. Bueno, no importa.
Voy a ser como Charo, va a leerlo. Necesito que lo lea. Allá voy.
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-Parece contenta. Es bonito. Ahora su alegría llega hasta sus ojos, no como al principio. Parece tan pequeña… aunque es como si hubiera crecido de repente. ¿Qué estará pasando por esa cabecita de ideas locas? No deja de mover nerviosa la pierna izquierda. Qué graciosa e infantil.
Me parece que voy a hacer poco caso a su aviso. Necesito saber al menos su nombre, ponerle voz a esos ojos,… tocarla ya sería un milagro. Pero, ¿y si puedo? Vamos, chico, se valiente por una vez en tu vida.
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-¿A dónde va?
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-¿Por qué se levanta?
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-¿Es que huye de mí?