19.12.09

Cosa de uno mismo


Salté de la cama y, cuando me disponía a quitarme la ropa que llevaba puesta, recordé todo lo que había sucedido aquel día. ¿Sonreiría al final o por el contrario volvería a esconderme bajo las sábanas sin quitarme los zapatos siquiera?
Un cita sorpresa en un bar de ambiente; una rosa y un clavel, los dos de blanco, esperando en el buzón; cuatro gritos y medio y dos litros de lágrimas al llegar a casa por no comportarme como debiera; una llamada de teléfono de media hora y tres cuartos más antes de que el reloj marque las siete; un pelea, sin ganador, entre espejo y maraña de pelo; votos parlamentarios para elegir el mejor modelito, aquel que me llevaría a un día supuestamente perfecto; dos vasos de ron y un baile lento en la pista; ropa interior de encaje y una laguna momentánea…
Sonreír o no es cosa mía claro, pero, ¿el día lo merece?
Me quito los botines, deshago el nudo del vestido y dejo que caiga, ¿la ropa interior? Ha desaparecido.

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