26.12.11

09


Creo que nadie puede entender lo que me pasa por la cabeza. Dirán que soy rara, extraña, un maldito perro de color azul y lengua verde. Alguien... ¿interesante?
Mi madre le dijo al psicólogo cuando era pequeña:
- No entiendo qué hace todo el día mirándose al espejo y hablando consigo misma.
Mi madre estaba asustada y nada de lo que yo le explicara iba a tranquilizarla. Tampoco las palabras del psicólogo la ayudaron cuando le aclaró:
- Tu hija es un bicho raro.
¿Y qué si así es? Prefiero serlo que moverme como una igual.
Comprendo que se asustara. A fin de cuentas nos da miedo lo desconocido. Y mi madre confió más en las palabras del psicólogo y de todo su círculo de amistades que en lo que pudiera decirle yo. Desistí.
Con los años su desconfianza y su desconocimiento hacia mi persona fueron en aumento, llegando a niveles inimaginables. Me importó poco. Y a ella llegó a importarle menos.
Un día quiso preguntarme acerca de mis rarezas. Debió levantarse aquella mañana con el pie derecho. Y yo le contesté el mismo monólogo que llevaba repitiendo tanto y tanto tiempo en mi cabeza por si algún día se daba la ocasión:
- Me miraba en el espejo buscando mi alma, algo que me hiciera reconocerme. Me metía en el armario para salir de él, miraba las estrellas por la noche porque ellas eran mis ángeles, miraba el cielo soñando con volar en él. Escribía porque el único modo de que alguien me escuchara. Caminaba descalza y debajaba que la lluvia me mojara para sentir la naturaleza en mí y para sentir mi cuerpo vivo. Lloraba todas las noches porque me sentía sola, y por eso mismo tenía tantos peluches esperándome en la cama. Y pintaba los dibujos de otros porque nunca he sabido realizar un contorno sin torcerme pero consigo poner color a un día gris. Soy rarita. Pero para todo hay una explicación.


- Pilu -

No hay comentarios:

Publicar un comentario

nudos