1

No siempre son necesarios veinte o cien años. Ni siquiera la eternidad. Una semana, quizás. O una noche. En realidad... casi siempre más tiempo del que queremos ser conscientes.
Pero hay ocasiones, alguna que otra, muy pocas, en las que con un segundo, una mirada, una sonrisa, un "encantada de conocerte",... no necesitas nada más para saber que tu vida ha cambiado para siempre.

Ídem 24

"Buenos días, mundo.
Perdona mi osadía pero creo que nadie puede ser más feliz que yo ahora.
Yo. Yo. Yo. Yo. Yo. Yo.
¡Ah! ¡Me he vuelto egoísta y egocéntrica! Su tiempo es mi tiempo. Su espacio es el mío.
Sé de alguien que si algún día se muriera sería la última persona en darse cuenta. Y me contaron la historia de seres perfectos que se vuelven imperfectos y viven buscando la perfección.
Tardaste tanto que cuando te vi lo supe. El aire aviva el fuego y el agua ya nos había empapado.
Ay, princesita de cuento de hadas. Que tú eres mejor que ellas. Tú eres real, un milagro, un sueño, un deseo, una fantasía.
Que todo lo que haga será por amor. Desnudarte, besarte, acariciarte, olvidarte, abrazarte, insultarte, buscarte, mirarte, recordarte, perderte, susurrarte, tenerte, sentirte, conocerte, amarte...
Si pudiera entenderlo me volvería loca. No quiero entenderlo ni darle una explicación. No busco un por qué, busco un siempre".

- ¿Quién te dice que exista tal persona?
- Nadie, pero soy una idealista. Amor existe. Ella existe.
- Te equivocas. Amor es ciencia. Ella son todas. Idiota. Te darás de bruces contra un muro de hormigón. Dame sólo una razón que te haga creer en ello.
- Que estoy incompleta.

Claro que sí

Claro que sí.
Claro que me gustaría saltar al vacío sin miedo a la caída.
Claro que me gustaría beberme una botella de vodka sin mi miedo al olvido.
Claro que me gustaría gritar en medio de la calle sin miedo a quedarme sin voz.
Claro que me gustaría sentirte sin miedo al qué dirán.
Claro que me gustaría comprender el universo sin miedo a las respuestas que no quiero saber.
Claro que me gustaría... me gustaría viajar, cantar, nadar hasta quedarme sin fuerzas, tumbarme a mirar las estrellas, escribir, volar, ocupar un espacio de tu corazón y no moverme de allí jamás,... y todo eso sin miedo.
Pero el miedo es de valientes. Y ya he caído, me he bebido una botella de vodka, he gritado hasta quedarme sin voz y aún así seguía gritando, he sentido, he conocido respuestas que no quería saber, he viajado, cantado y nadado, he volado, todas las noches miro las estrellas, mi vida es escribir, he llegado al corazón de las personas más importantes de mi vida,... me he arriesgado y claro que he tenido miedo, claro que sí, pero he ganado.

Dejó de escribir

La poesía dejó de ser intimista antes de que las miradas llegaran hasta el cielo. Creo que llevo tanto tiempo buscando una parte de tu cuerpo donde apoyarme que he olvidado lo que se siente cuando alguien se apoya en mí.
Cuando entendí que un lugar no es por donde caminas o donde has nacido, aquél sitio del parque de tu primer beso o ese momento al lado de los cines en el que la esperas,... dejaste de escribir.