4.3.10

Movía sus dedos de la mano izquierda sobre la mesa como un pianista haciendo una escala de cinco notas. Re, mi, fa, sol, la. Re, mi, fa, sol, la… y de nuevo la escala. Su brazo derecho estaba doblado en la mesa y lo utilizaba para posar su cabeza en él, acechando cual leona en la sabana. Seria, pensativa, esperando, eligiendo. Re, mi, fa, sol, la. Los tenía delante, todos para ella. De distintos sabores y colores. Deliciosos. Se le hacía la boca agua. Los dedos se movían a mayor velocidad, su respiración se aceleraba. Paró. Se levantó, miró enfadada y se marchó dejando los sabores y los colores, una melodía de piano y las ganas de comer helado.

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