Pasear entre ratas de cristal no es problema. No se mueven, no te muerden ni se acercan a tus piernas para trepar por ellas. No olisquean el ambiente en busca de comida basura, no se miran con odio ni se insultan a las espaldas. No se aparean con unas y con otras ni juegan al escondite. Y tampoco duermen, así que nunca sueñan. No, pasear con ratas de cristal no es problema. Hasta que pisas una.
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