[...] mientras pensaba en la falta de pudor que delataban esos diarios del siglo veintiuno. Los antiguos, lo de papel, eran algo privado, algo que sólo leía el interesado y en los que, por tanto, podía volcar todos sus secretos. Ahora la vida privada se exhibía en la red, lo cual, estaba seguro, imponía cierta censura a la hora de escribir. Si uno no podía ser absolutamente sincero, ¿para qué molestarse en escribirlo? ¿Eran una llamada de atención al mundo? ¡Eh, escuchad, mi vida está llena de cosas interesantes! Haced el favor de leerlas...
"Me ha parecido interesante".
- El verano de los juguetes muertos.
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