19.1.12

19

XIX
MARTA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

"Antes, cuando era pequeña, mi mayor preocupación era jugar a indios y vaqueros, y siempre iba con los indios", recuerda Marta. No temía dar volteretas en el suelo ni salir a al escenario para cantar o ser la reina de la pista de baile, que lo fue, tiene un diploma que lo demuestra. No le daba miedo nada. Ni sus fantasmas, que la acosaban de noche. Siempre se enfrentaba a ellos, se ataba con uñas y dientes a su cama o les decía cuatro cosas o se echaba a correr en dirección contraria, agarrándose al marco de la puerta. Ahora se ata con uñas y dientes a la felicidad, una felicidad que no es completa pero es lo que más se acerca a una sonrisa sincera. Y aún así, ayer se hizo sangre en las manos golpeando las paredes y se llevó las manos a la cabeza cuando las lágrimas aparecieron.
Marta ya no es esa niña valiente. Recordó hace unos días que se iba al fondo del patio del colegio y se ponía a rezar. Lleva rezando toda su vida. Y hoy ha vuelto a soñar algo que no soñaba desde hacía muchos años. Marta sube a un ascensor, aprieta un número y el ascensor empieza a subir, y a subir, y a subir, y a subir, y a subir, y no se detiene. Por mucho que su destino se haya quedado atrás, ella sigue subiendo. Hasta que aporrea las puertas de tal manera que consigue abrirlas, y sale a un sitio completamente desconocido para ella. Recuerda también aquél sueño en el que las casas de sus vecinos se convierten en auténticas miniaturas y ella no puede entrar. Se siente como Alicia en el País de las Maravillas. Marta fue una niña coqueta y lanzada una vez. Se ponía vestiditos y se pintaba como "las mayores". Era valiente y hasta jugaba a fútbol con los chicos. ¡¡QUÉ LE CORTEN LA CABEZA!!

...devolvédmela...

- Pilu -

No hay comentarios:

Publicar un comentario

nudos